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La modalidad itinerante se suma al punto fijo, ubicado en el área de Zoonosis. En ambos casos, los servicios son gratuitos.
El tinto ha comenzado a ocupar un lugar cada vez más importante entre los consumidores. Llegó de la mano de los inmigrantes italianos, se adaptó a esta tierra y hoy secunda al Malbec.
Producción local 01 de agosto de 2021 Mendoza HoyCuando se habla de vinos argentinos, rápidamente aparece el Malbec o el Torrontés. Pero desde hace unos años, el Bonarda se ha sumado a esta lista y por eso mañana comienza una semana con actividades dedicadas al varietal pero ¿qué es lo que lo hace tan especial?
El Bonarda, es el segundo tinto más cultivado en Argentina después del Malbec. Su gran versatilidad se expresa tanto en vinos sencillos, varietales, blends, espumantes o vinos de crianza, como vino para todos los días o de guarda. Esta gran diversidad de estilos, hacen del Bonarda uno de los vinos con mayor proyección por dos factores: la calidad adquirida gracias al trabajo incansable de profesionales del vino y el escaso cultivo de esta variedad en otros países vitivinícolas. Esto, suma un elemento de diferenciación para Argentina y representa una ventaja competitiva para el país.
Inmigrantes, adaptación e identidad
El Bonarda cuenta con un historial de largos caminos recorridos. La uva llegó a América desde Europa con los inmigrantes italianos y se afincó finalmente al pie de la cordillera de los Andes.
Una vez instalados a lo largo del país, fue en el Este Mendocino (por sus cualidades climatológicas y de suelo) donde los viñedos plantados con vides de la Saboya lograron mayor extensión. Las vides se adaptaron fácilmente al suelo y desarrollaron un rendimiento cada vez mayor lo que se transformó en muchos litros de vino para comercializar. Estas cualidades hicieron que los viñedos, conocidos hasta ese momento como Barbera, Barbera Bonarda o simplemente Bonarda, se extendieran a otras regiones de Mendoza y también a San Juan.
Hacia fines de 1980, el INTA encaró un trabajo que refundaría en gran medida la vitivinicultura argentina. Con el ingeniero Alberto Alcalde a la cabeza, el instituto se propuso identificar y registrar todas las variedades cultivadas en el país y dilucidar varios casos de confusión en la denominación u origen genético de determinados cepajes.
Fue así que Alcalde y su equipo, determinaron que la variedad Bonarda no tenía nada que ver con la variedad Barbera, también cultivada en Argentina. En su libro “Cultivares vitícolas argentinas”, Alcalde escribe: “esta denominación ha sido motivo de confusión entre cepajes cultivados en el Piemonte italiano (…) Consideramos, entonces, que sería prudente aceptar para nuestra Bonarda, la correcta denominación de Corbeau”.
Finalmente, en el año 2000, la cátedra de Viticultura de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo presentó el informe genético que determina que en Argentina la variedad Bonarda corresponde al cepaje francés Corbeau. La denominación definitiva llegó el 15 de abril de 2008 cuando el Instituto Nacional de Vitivinicultura reconoció al varietal Bonarda Argentina como sinónimo de Corbeau-Douce Noire.
La modalidad itinerante se suma al punto fijo, ubicado en el área de Zoonosis. En ambos casos, los servicios son gratuitos.
La actividad está dirigida a productores, empacadores, comercializadores y profesionales interesados en la producción y tecnificación de la cereza y se realizará los días 16 y 17 de abril en las instalaciones del Mendoza TIC Parque Tecnológico. Incluirá actividades de campo en Luján de Cuyo.
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